Gambia es un país pequeño en África occidental con poco más de 2 millones de habitantes y una mayoría de la población siguiendo la religión islámica. Como país muy rural, los gambianos viven básicamente de la agricultura de subsistencia. La mayoría de las familias no tiene acceso a la educación, y aunque el inglés es el idioma oficial del país, solo una pequeña parte de la población lo habla. Los idiomas nativos, como principalmente el wolof, se hablan más ampliamente y terminan siendo lo que realmente los une.
La Iglesia Bautista en Kachumeh escuchó sobre el PEPE (Programa de Educación Preescolar) durante unos años, pero fue solo en 2016 que el programa se implementó en el país. A los niños/as de la aldea de Kachumeh les resultó difícil ingresar a la educación preescolar porque las dos únicas escuelas de la región eran privadas. Otro factor que les impedía estudiar era la obligación con los quehaceres, ya que tenían que ayudar en casa con las tareas. Y como trabajan tan duro, me di cuenta de que la mayoría de los niños/as ni siquiera sabía jugar. Recuerdo que cuando llegamos al pueblo, dos niños/as llamaron nuestra atención porque tenían una cara muy triste, lo cual no es normal para la edad entre 4 y 6 años.
Realizando la encuesta para conocer el pueblo, hablamos con algunas familias y estaban muy entusiasmadas con la posibilidad de tener una unidad del PEPE en la iglesia local. Después de que algunos hermanos aceptaron el desafío de ser misioneros educadores, recibieron capacitación y prepararon el espacio para el funcionamiento de la unidad, fue posible comenzar el PEPE con 25 niños/as de 4 a 6 años.
Por primera vez, estos niños/as tenían acceso a la educación preescolar, donde podían jugar, aprender cosas diferentes y comer regularmente. Podrían sentirse amados y cuidados por nuestro gran Salvador. Y esos dos muchachos que llamaron nuestra atención por la tristeza que llevaban, ahora estaban sonriendo y jugando en el espacio del PEPE Esperanza.
Cuando las familias comenzaron a ser visitadas por el PEPE VAI, dijeron que estaban muy felices por todo el trabajo que se estaba haciendo con sus hijos/as. Los misioneros educadores también se alegraron de ver que marcaron una diferencia en la vida de esos niños/as. Algunos incluso informaron haber descubierto su verdadera vocación. Por eso podemos decir que el PEPE hace felices tanto a los niños/as como a las familias y a los misioneros educadores.
Ahora, el PEPE también se ha implementado en otra aldea, beneficiando a más de 50 niños/as y sus comunidades. ¡La expectativa es que esa expansión continuará en toda Gambia, llegando a más niños/as y más familias con la alegría del Señor Jesús!
Tatiane Batista dos Santos
Coordinadora Nacional del PEPE Gambia