«He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.” (Jeremías 33:6).
Elisa Hernández Mendieta, de 33 años, es una Misionera Educadora de nuestros PEPEs nicaragüenses. Nos envió el testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida a través del PEPE:
Estoy completando tres años como Misionera Educadora en el PEPE, Programa de Educación Preescolar de la Iglesia Bautista Nazaret en El Salto, municipio de San Rafael del Sur, Nicaragua. Nuestro PEPE se llama «El pastorcito». Ha sido una gran bendición en mi vida trabajar con niños y niñas.
Tuve el privilegio de crecer en el evangelio y aprender sobre la Biblia desde una edad temprana. Cuando tenía 25 años, específicamente en 2012, una enfermedad atacó mi vida cambiando completamente mi curso. Hasta ese momento tenía una vida normal, pero en esos días todo cambió drásticamente. Comencé a sentirme muy mal, sin fuerza física y sin coraje. Así que fui a una cita y el médico me diagnosticó una enfermedad renal crónica que el apenas conocía. Me dijo que era una enfermedad muy seria y que necesitaba comenzar el tratamiento de hemodiálisis.
Estábamos muy asustados porque el tratamiento era muy costoso y necesitaba hacer tres hemodiálisis por semana. Desde entonces, sin embargo, he sentido la mano de Dios sobre mí, cuidando y suministrando todos los recursos necesarios. Estoy completando siete años y cuatro meses de tratamiento de hemodiálisis, tres a cada semana, y es maravilloso ver y sentir en mí todo el cuidado de Dios. Enfrenté tiempos difíciles, pero el Señor nunca me dejó, siempre mostrando su gran amor. Siempre tengo a mi esposo y a mi familia a mi lado apoyándome, pero la presencia de Dios es realmente insustituible.
De los siete años de tratamiento, tres he estado trabajando con los niños y niñas en el PEPE, y esto ha llenado mis días y me ayudado a superar y vencer todas las etapas difíciles de la enfermedad. El afecto de los niños y niñas, y el placer de ser el instrumento de Dios para bendecirlos ha renovado mis fuerzas.
¡Sé que vivo una vida normal gracias a las misericordias de Dios sobre mí y por eso quiero seguir sirviendo a mi Dios, que es lo mejor que ha pasado en mi vida! ¡Todo honor y gloria sean dadas a Dios!
Elisa está en la lista de espera para la donación de órganos, para que así pueda estar sin hemodiálisis y tener una vida más tranquila. A pesar de sus luchas diarias, ella siempre viene al PEPE con gran alegría, siempre sonriendo, abrazando a los niños y niñas, y llevando el amor de Dios a todos los que están a su alrededor. Oremos por un milagro de Dios en la vida de nuestra Misionera Educadora. ¡Con Dios no hay nada imposible!