Dentro de la casa había un gran y constante malestar con tantas peleas por culpa del padre que cuando llegaba del trabajo dejaba aflorar su terrible carácter peleándose con toda la familia. Ya no existía la alegría de la llegada del padre, la alegría de sentarse a la mesa a comer, ni siquiera un rato agradable de conversación o de juegos.
A pesar de conocer a Dios, los padres se habían distanciado y estaban al borde de la separación, pues su relación de pareja ya había llegado a una situación insoportable. Como resultado, sus hijos estaban siendo física y emocionalmente descuidados, enfermos y desprotegidos.
Fue en ese momento que Dios envió la solución, abriendo la puerta para que el hijo, Juan*, que tenía cinco años, pudiera inscribirse en el PEPE y así comenzar sus estudios. Fue muy bien recibido por el Misionero-Educador, por sus compañeros y pronto estuvo muy integrado al grupo, riéndose y participando de las actividades. Pero el problema fue más allá del PEPE, porque al terminar las actividades volvió a su casa ya todos los conflictos existentes entre sus padres. Por mucho que fuera feliz en el PEPE, cuando tuvo que volver a casa, todos los problemas volvieron. Era necesario actuar para ayudar a Juan.
Así fue como la iglesia hizo toda la diferencia visitando a la familia, acercándose a los padres, presentando a Jesús como Señor y Salvador y el único ayudante en este tiempo de crisis familiar. ¡Y donde entra Jesús todo cambia para bien! Con Juan en PEPE, la familia recibió el cuidado del pastor y el cariño de toda la iglesia donde ahora son miembros activos.
Ya podemos ver a Juan yendo con sus padres todos los domingos a adorar a Dios en la iglesia, donde está el PEPE. Cuidar a los niños es el papel del PEPE y presentar a Jesús a los padres ha sido el papel de las iglesias.
¡Sigan contribuyendo y orando por PEPE Venezuela!
Fanny de García – Coordinadora del Área PEPE Venezuela
Traducido por: Nadia Naiara Veras Araújo