Jesús nos dice que deberíamos preocuparnos por ayudar a aquellos que son frágiles y que necesitan nuestra ayuda. No solo estoy hablando de la fragilidad física, sino también de la fragilidad emocional que surge cuando enfrentamos un gran problema o incluso pasamos por momentos difíciles, como durante la separación de nuestros padres, ya que la familia fue establecida por nuestro Dios como base para crecimiento y desarrollo de los niños y las niñas. Es por eso que nos recuerda esta realidad en Mateo 25:40: «Cuando se lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, me lo hiciste a mí».
Quiero compartir con ustedes la historia de la vida de Paula Andrea, una hermosa niña, hermana de Javier, un niño autista que estuvo en nuestro PEPE el año pasado.
Sus padres tuvieron problemas en su matrimonio y se separaron. El padre se fue de casa y la señora Eliana fue responsable de criar a sus cuatro hijos. Cuando el niño Javier estaba en el PEPE, y siempre es sorprendente presenciar la confirmación de que la palabra de Dios no vuelve vacía, porque, aunque en ese momento la familia no mostró mucho interés cuando ocurrió la separación, la mamá se acercó a la iglesia y pidió ayuda. Ayuda que fue dada de inmediato. Dios es tan maravilloso que restauró a la familia. El padre, después de un mes del incidente, regresó a su casa. Hoy, la pareja asiste a una consejería matrimonial y recibe la ayuda que necesitan para salvar su matrimonio y unión familiar.
La madre dice que antes de decidir pedir ayuda a alguien, su hija Paula, nuestra pepita, le dijo que debería pedirle ayuda a Dios para hacer feliz a la familia. Las palabras de Paula la motivaron y la ayudaron a decidir buscar ayuda de la iglesia.
Káthia Arredondo
Coordinadora PEPE Bolivia
Adaptación del texto: Carmen Lígia