Mi nombre es Adalci de Avila Angulo y he trabajado durante los últimos 5 años como coordinador nacional del PEPE en mi país, Colombia. Tenemos a casi 1900 niños y niñas en el país que estudian en las 80 unidades del PEPE.
En febrero de este año logramos iniciar el PEPE entre los wiwa, uno de los más de 50 grupos indígenas en nuestro país, que viven en un área periférica y muy lejos del área urbana. Los wiwa tienen una población de 13,267 personas, pero la mayoría de ellos son niños y jóvenes, siendo 79% menores de 30 años y solo 2% mayores de 60 años. Para ganarse la vida hacen artesanías y las venden a los turistas. ¡Los niños wiwa necesitaban un PEPE y fue con alegría que comenzamos una unidad allí, con 90 niños y ya capacitando a un coordinador de área que también es wiwa!
Con la llegada de la pandemia, las restricciones impuestas por las autoridades y la necesidad de aislamiento social, perdieron su fuente de ingresos. Los niños se hicieron aún más vulnerables por la falta de acceso a alimentos básicos. Cuando vemos niños hambrientos, comenzamos a suplicarle a Dios que envíe alimentos.
Me recuerdo que esa misma semana, la Junta de Misiones Mundiales celebró el Día de Oración por las familias del mundo, y se compartieron las necesidades de los niños de PEPE Wiwa.
Poco después, supe, a través de nuestro liderazgo internacional del PEPE, que la hermana Fernanda, una persona que ama el PEPE, se puso en contacto y explicó que su hija Valentina iba a cumplir un año y que, junto con su esposo, pensaron en asignar los valores de Los regalos de Valentina a los niños del PEPE de la comunidad Wiwa, por los cuales habíamos orado mucho pidiendo alimentos. Fernanda y Thiago, los padres de Valentina, comenzaron a hacer muchos contactos y recaudaron fondos para contribuir enviando canastas básicas de alimentos a las familias de los niños.
Pensamos: hay 90 niños, 90 familias, ¿podrán obtener recursos para 90 canastas de alimentos básicos? No imaginamos lo que el Señor ya había preparado. Después de casi tres semanas, familiares y amigos enviaron a Valentina regalos en efectivo y todo fue para los niños Wiwa. Fue emocionante comprar alimentos y hacer canastas básicas de alimentos, viendo a Dios multiplicar los recursos. ¡Pudimos comprar comida y preparar 90 canastas básicas para 90 familias!
Y ahora, ¿cómo hacer las e entregas de los alimentos en este momento de pandemia y aislamiento social? Movimos a muchos voluntarios, incluso la policía nos ayudó abriendo caminos. ¡Y qué maravilloso, conseguimos entregar todas las canastas! ¡Dios es bueno! Con este gesto, las comunidades reconocieron el amor de Dios a través de esta generosa donación. Hay hambre en la tierra … pero hay esperanza. Jesús dijo: _ «¡dales algo de comer!» Obedecimos y Él realizó un gran milagro multiplicando recursos. ¡Estoy muy feliz y agradecido con Dios porque una vez más nos dio la oportunidad de transformar el mundo de los niños wiwa con la alegría de Jesús!