Cuando tenía 8 años, toda mi familia se mudó al norte de la ciudad, a dos cuadras de la Iglesia Evangélica Mayorazgo, donde comencé a ser parte del ministerio OANS, donde conocí a Jesús. A la edad de 10 años di el primer paso para cambiar toda mi vida al reconocer a Jesucristo como mi Salvador y Señor. Fui discipulada por los hermanos Celia y Carlos y a los 16 años ya era líder del ministerio siendo responsable de la evangelización de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Al poco tiempo, Dios me llevó a la universidad donde estudié Ciencias de la Educación, reforzando así mis conocimientos y dándome una carrera a seguir.
En el 2013 recibí una invitación de una gran amiga, la misionera Gwen Quinteros, quien era coordinadora del PEPE en Cochabamba, para conocer al PEPE de su iglesia en el barrio Sumumpaya. Así empezó este amor por el PEPE y acepté el reto de nuestro Dios de ser misionera-educadora del PEPE, en el turno de la tarde. Recuerdo que empecé con seis niños y niñas, pero a los pocos meses eran 15, y así fuimos creciendo. Estos niños y niñas me ayudaron más de lo que yo les podía ayudar, fue un gran reto en mi vida, porque fue cuando pude poner en práctica lo que estaba aprendiendo. ¡Estaba muy feliz enseñando a los niños y niñas del PEPE!
Por lo tanto, aprendí más sobre PEPE participando en cursos de capacitación, estudiando y usando los materiales que estaban disponibles para enseñar a los niños y niñas. Una de las historias de transformación que más me impactó fue la de Briseyda Quillca Ardaya, una chica carismática, alegre, sociable y muy cariñosa. En la clase siempre ayudaba a los demás compañeros con la rutina y el buen comportamiento, a ella le gustaba ser mi ayudante y sobre todo le gustaban mucho las historias bíblicas y las parábolas de Jesús. Se sabía todas las canciones de memoria y se destacó en enseñar a los otros niños y niñas a cantarlas. Vivía con un hermano pequeño, madre y padrastro, que la amaba como si fuera su propia hija. Al principio fue difícil, pero poco a poco logró aceptar la idea de que él era parte de la familia. Briseyda, al llegar a su casa, contó a toda la familia todo lo que había aprendido ese día en el PEPE, incluso las canciones que todos cantaban. Dios bendijo a esa familia, el padrastro se casó con su madre, tuvieron una nueva hermanita y, hoy, son una hermosa familia.
En el 2014 entré a formar parte del equipo de coordinación del PEPE, ahora como coordinadora de área de Cochabamba, lo que me hizo muy feliz al entender el propósito que Dios tenía para mi vida. Tuve el gran desafío de conocer más de cerca este programa, ser ese apoyo para otros PEPEs en otras iglesias y ayudarlos a alcanzar sus metas, motivando a los líderes a trabajar en equipo, en cooperación y sobre todo con mucho compromiso, porque el PEPE es un ministerio que también trabaja con las familias.
Así pasó el tiempo y descubrí que Dios tenía mucho más para mí cuando, en el 2021, acepté el reto de coordinar el PEPE a nivel nacional. Fue un momento muy emocionante, muy desafiante y, sobre todo, entendí que Dios nos prepara de muchas maneras, nos capacita, nos bendice de maneras que en ese momento no entendemos, pero luego acomoda y sostiene todo en su debido lugar con el tiempo. Esta noticia cambió mi rutina de vida, además, entendí la labor misionera que se debe hacer en cualquier lugar y en cualquier momento, pero siempre confiando en Dios y en los planes que Él tiene para mi vida.
Por lo tanto, a partir de abril de 2022 comencé a elaborar informes, además de recibir y conocer toda la documentación del PEPE. Pero, a partir de octubre ya comencé con todo lo que incluye la administración del PEPE Bolivia. ¡Me siento desafiada a dar lo mejor de mí al PEPE Bolivia porque sé que Dios merece lo mejor de mí!
¡Oren por mí para que se abran nuevos PEPE’s en nuestro país y se alcancen muchos niños y niñas para Cristo Jesús!
Mary Luz Fonseca Canaviri – coordinadora nacional de PEPE Bolivia.
Traducido por: Vládia Soares