La realidad económica de Paraguay es muy difícil, en especial en ese tiempo de crisis que enfrentamos. Los niños/as del PEPE ahora están lidiando con la falta total de alimentos en sus hogares. La preocupación, entonces, me llevó a pedir donaciones para que nuestros niños/as no pasen hambre.
¡Dios, como siempre, fue fiel! Logré reunir recursos y alimentos que se entregaban semanalmente a nuestros queridos alumnos, junto con tareas escolares y materiales como lápices y borradores, que la mayoría de ellos no tienen.
Pero también necesitaba llevar comida a mis hijos. Debido a la crisis, la oferta enviada por la iglesia que apoyaba el PEPE se vio afectada, y no pude continuar recibiendo mi contribución. Con mi esposo casi ciego y una hija enferma, oré por la ayuda de nuestro Dios.
Amo a los niños/as del PEPE y no quería dejarlos. Amo el ministerio que Dios me ha confiado: cuidar a los niños/as y brindarles la esperanza de un futuro mejor. Entonces tomé una decisión. Me puse en contacto con algunas personas y comencé a trabajar en la limpieza de varias casas por la mañana para ganar algo de dinero y poder continuar con el PEPE por la tarde.
Hay momentos en que estoy muy cansada, pero poder trabajar con mis niños/as todas las tardes renueva mi ánimo. La misericordia de Dios me llena de alegría. Dios incluso me dio la gracia de aprender a preparar video-clases, algo que era imposible para mí algunos meses atrás. Hoy preparo una video-clase al día para enseñar a los niños/as cuyos padres tienen acceso a Internet.
No tengo todo lo que quiero, pero tengo lo que necesito todos los días. Después de todo, PEPE no se detiene, ¡así como las bendiciones de Dios en mi vida!
Elena Suavil
Misionera educadora del PEPE Paraguay
Edición de texto: Carmen Ligia – coordinadora Continental PEPE América