El huerto comunitario como programa educativo desempeña un papel importante en la sociedad salvadoreña. Al promoverla a través del Programa PEPE pretendemos fortalecer el desarrollo de esa área, tan importante para la sostenibilidad y el progreso de una nación en la comunidad. Sin embargo, esa no fue nuestra intención desde siempre, ya que el episodio de apertura de la huerta comunitaria ocurrió en el contexto del cumplimiento del currículo del PEPE. Todo comenzó porque necesitábamos organizar una clase sobre la naturaleza, la creación y el cuidado que Dios tiene con nosotros. Por eso, la ciencia de la agricultura y la narración bíblica de la creación se unieron en un proyecto, que esperamos pueda revolucionar la vida de la comunidad.
La metodología vino a través de la experiencia. La Misionera Educadora llevó a los niños y niñas al patio para un primer momento de observación de la naturaleza. En la clase siguiente reflexionaron sobre la posibilidad de obtener las semillas, el área a ser plantada y los utensilios que serían necesarios para la siembra. En cada etapa se hizo cuestión de la participación de los niños y niñas en todo el proceso. El proyecto se realiza en asociación con la fundación «Semillas de Nueva Creación», a través de la cual fue posible obtener las semillas, tejido de alambre, fertilizante orgánico y los demás ítems necesarios para la construcción de la huerta. Los niños y niñas acompañaban cada día el crecimiento de las plantas y cuidaban con alegría de nuestra pequeña huerta, luego llegó el gran día cuando fue posible cosechar los primeros frutos: hermosos y deliciosos pepinos. Todos comieron los pepinos con mucha alegría y, desde entonces, nuestra huerta continúa creciendo porque después de los pepinos vinieron los tomates que fueron plantados y acompañados con el mismo entusiasmo hasta la etapa de la utilización de los mismos en nuestra alimentación y nuestros niños y niñas, otra vez, formaron parte de todo el proceso.
El impacto ha sido grande porque los niños y las niñas no sólo aprendieron a cuidar la naturaleza, pero también aprendieron a valorar lo que comen porque ahora ellos saben cuánto trabajo y dedicación cuesta para que podamos obtener y disfrutar del fruto. Creemos que la mejor manera de enseñarles es hacer que puedan vivir la experiencia.
Entre nuestro grupo de niños/as y padres no todos tienen pasión por la naturaleza, sin embargo, gran parte de los padres se envolvió con alegría acompañando a sus hijos en el proyecto. Así, con ellos el trabajo continuó y hubo progreso en la plantación de pimiento verde y tomate. Ahora, no sólo los niños y niñas, pero también sus padres han participado con gran alegría.
Hoy tenemos el proyecto «Huerta Comunitaria» en tres unidades del PEPE en nuestro país. Estamos aprendiendo y buscando nuevas técnicas para mejorar la huerta porque queremos ayudar a llevar el alimento a las mesas de nuestros niños/as y de sus familias. Nuestro gobierno tiene amplios programas de apoyo. Por lo tanto, consideramos que el programa de la huerta es un valor agregado para las unidades del PEPE, ya que ha dado visibilidad y credibilidad ante el gobierno; además de ser una ayuda para continuar llevando el alimento espiritual y material a todos los que podamos alcanzar.