Entre los 8.870 niños/as que estuvieron en los PEPE’s de las Américas el año pasado, celebramos la graduación de más de 4.600 niños/as. ¡Tener a cada uno de estos niños/as al cuidado de nuestros queridos misioneros-educadores por 2 años es maravilloso! Pero cuando llega el momento de graduarse, las emociones son mayores al ver a otro niño/a partir a vivir sus sueños de seguir estudiando, tener una profesión, con una autoestima alta y una salud más equilibrada. Pero, sobre todo, lo más importante y especial es que salgan con Jesús en el corazón, pudiendo seguir adorando a Dios en el templo, ahora acompañados de sus padres, hermanos, abuelos y tíos que también entregaron su vida a Jesús. ¡Es por eso que el tiempo de graduación en los PEPE’s es tan emocionante!
En una de las fiestas de graduación, estábamos preocupados por 5 niños/as que lloraban diciéndoles a sus padres que no asistirían a la graduación porque no querían graduarse. Cuando se les preguntó, dijeron: “¡No queremos graduarnos porque no queremos salir del PEPE!”. Les encanta estar en el PEPE porque allí encuentran la oportunidad de sentirse queridos, respetados, valorados e incluso empezar el proceso de incursionar en el mundo de las letras, siendo alfabetizados.
Mucha gente piensa que educar es solo enseñar a leer y escribir, pero afirmamos con toda seguridad que educar es amar porque sin amor no se puede hacer nada. Es por eso que ver a los niños/as felices en sus togas, y las miradas orgullosas de muchos padres poniendo el anillo de graduación en los pequeños dedos de nuestros «doctores del ABC», hace que valga la pena cada esfuerzo y cada desafío enfrentado durante los meses de actividad.
Sabemos y creemos que nuestro ministerio en el PEPE es el resultado de un compromiso con nuestro Dios que nos desafía a confiar y depender de él, trabajando con los niños/as que Dios mismo envía a los PEPE’s, llevando esperanza a muchas familias a través de las visitas, acercándonos a los padres a través de reuniones mensuales y haciendo del niño/a nuestro campo misionero para que pronto él mismo sea el misionero que llevará a Jesús a su hogar.
Los misioneros educadores son nuestros héroes que están en primera línea dejándose usar por Dios para ayudar a cada niño/a, mientras miles de nuestros hermanos en todo el mundo sostienen las cuerdas a través de sus oraciones y ofrendas.
El PEPE es eso, ¡es un trabajo de compañerismo, unión, compromiso y dedicación! ¡Que muchas otras iglesias en muchos países abran las puertas para dejar entrar al PEPE y así llegar a miles de niños/as que nos están esperando!
Carmen Lígia
Coordinadora Continental PEPE Américas
Traducido por: Sara Jane Rodrigues